Ayer fue un día realmente especial, uno de esos que nunca se olvidan.
La semana pasada estábamos trabajando una lección de entonación y a mis alumnos les gustó tanto que se la dedicaron a su autor y le animaron a que viniera a la escuela algún día a visitarnos. Pues sucede que los deseos se cumplen y ayer, mi maestro Félix Sierra, vino a vernos. Para mis alumnos fue una lección magistral de música, pero además de la parte musical, también aprendieron que con ilusión y esfuerzo no hay ningún sueño demasiado grande.
Gracias Félix.
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